miércoles, 17 de septiembre de 2008

Palabras, “transoceánicamente” hablando

¿“Transoceánicamente” hablando?
A lo largo de mi convivencia con los excéntricos y diversos habitantes de la ciudad de Madrid, tuve la posibilidad de escucharme. Lejos de ser éste un acto de autorreflexión psicoanalítica, comencé a tomar un real contacto con mi idioma materno y a comprender, en la diferencia, cómo funciona lo que con tanto ahínco mis profesores me inculcaron en la universidad.
Una de las curiosidades que descubrí son las palabras “transoceánicamente” hablando que son palabras que se escriben igual, tanto en Argentina como en España, pero que simpática y maravillosamente (o no) se utilizan rodeadas de palabras diferentes, o lo que es igual: con diferentes significados.

Curro

¡Éste anda en el curro! ¡Cómo curran!

Son algunas de las expresiones que pueden oírse muy a menudo entre las del lunfardo argentino.
Esta palabra, que se utiliza ya con un guiño cómplice y en forma de picardía, significa en lunfardo estafa o fraude, es sacar ventaja desmedida de un trabajo que cuesta poco.
Se dice “andar en el curro” y se atribuye a personajes que tienen la posibilidad de currar, porque el curro no es para todos, para currar hay que ser despierto, hay que ser rápido.
Pero también la palabra “curro”, y es aquí donde se asemeja más a la utilización en España, se usa para alguien que tiene un trabajo que le deja un dinero extra, a lo que se dice generalmente: “¡lindo curro te buscaste!”
En España la palabra “curro” es sinónimo de “trabajo” y se utiliza en el habla cotidiana e informal. “Me voy al curro” o “estoy currando” significa irse al trabajo o estar trabajando, lo que no quita que cada cual, en su práctica del curro, esté currando (que se entienda como quiera).

Ligar

“¡Te la pasas ligando, tía!”

En España la palabra “ligar” se utiliza cuando se habla de establecer un contacto amoroso de cualquier tipo.
Si en España quieres ligar tienes que salir de noche a una disco o un bar nocturno donde hay mucha gente ávida de ligues casuales y no tanto.
En Argentina la palabra “ligar” significa recibir una paliza. Antiguamente las madres decían a sus niños, cuando éstos estaban alcanzando sus límites: “¡vas a ligar una paliza!” a lo que el niño continuaba, como de costumbre, haciendo méritos para que esto sucediera.
Pero al margen de lo anecdótico pienso que esta palabra tiene una relación “transocéanica” visible: significa “recibir”. Por eso muchas veces en Argentina se utiliza en expresiones como: “¡mirá qué lindo regalo ligaste!”


Bibliografía:
http://www.clubdetango.com.ar/lunfardeando/lunfardeando.htm

Links de interés:
www.aplunfardo.org.ar
www.fundeu.es
http://www.elcastellano.org/miyara/problema.html

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Cuánto sale, cuánto vale y cuánto cuesta un sitio web

Por Ana Laura Gallardo
analaura@terceroendiscordia.com.ar

A la hora de emprender un nuevo negocio, hoy en día, es necesaria una estructura física y, sobre todo, una buena estructura virtual que brinde información a los visitantes. Pero… cuánto sale, cuánto vale y cuánto cuesta hacer un sitio web. Los precios oscilan dentro de un margen muy amplio de referencia, pero ¿todos los resultados son óptimos?


La mayoría de la gente piensa que hacer un sitio web es algo muy sencillo y, por ende, debe ser lo más barato posible. Seguramente “lo más barato posible” no cueste mucho trabajo para el diseñador y, por tanto, termine por ser algo poco valioso para el cliente y su nuevo negocio ya que, finalmente, lo que el cliente espera (tener una estructura virtual específica para su empresa) no es lo que obtiene (un sitio pobre y que no lo representa).

Menudo problema el de haber pagado poco para obtener un resultado escaso o nada favorable.
Lo cierto es que cada persona o empresa requiere de una plataforma diferente y específica que, efectivamente, constituya una estructura virtual para la marca, un apoyo, una fuente de información y una captura de nuevos clientes.


Los sitios webs son como los libros: no basta con escribirlos, editarlos e imprimirlos, sino que hay que moverlos en el mercado mediante estrategias de marketing y publicidad. Un sitio web, además de ser óptimo y cumplir con las necesidades de comunicación de la empresa, debe ser difundido en el mercado virtual: es necesario que la gente pinche en nuestro link para conocer nuestro proyecto, que navegue por todas nuestras páginas, que le resulte ameno y fácil, que lo entienda, que lo conozca de memoria y que, finalmente, quiera entrar de nuevo.


Para todo esto son importantes tres factores: un diseño de plataforma web óptima (de calidad y pensada específicamente para cada proyecto), una buena edición de contenidos (es preciso que el texto sea escueto, preciso, actualizado y bien redactado) y una constante, creciente y perseverante estrategia de marketing y difusión.


Nada de esto suena fácil ¿verdad? Por eso existen los diseñadores, editores y asesores de marketing y publicidad, quienes estudiaron y tienen una basta experiencia en el tema.


¿De qué sirve tener un sitio web poco costoso y poco valioso? Nadie ingresará y nadie conocerá el proyecto y, por lo tanto, no tendrá un constante desarrollo de nuevos clientes o incluso alianzas o inversiones con otras empresas.


Desarrollar un sitio web óptimo desde el diseño y la estructura, desde los contenidos y apto para realizar sobre él un buen plan de difusión es muy costoso para el diseñador y, por eso, más valioso para el cliente.


El diseñador emplea mucho tiempo en hablar con su cliente e indagar acerca de los objetivos del proyecto y, más tiempo aún, pensando, traduciendo y plasmando en un boceto la idea general del proyecto y los conceptos visuales que se quieren transmitir. Además, debe seguir trabajando en conjunto con el cliente, en un feedback que no termina ni aún cuando se completa el trabajo de diseño. El diseñador entonces trabaja, cual joyero artesanal, en una pieza única tallada a la medida del cliente, donde cada elemento se diseña en forma independiente y separada del resto durante horas (botones, fondos, links, pantallas, banners, etc.). Un apartado especial merecen las imágenes y fotografías que requieren, sin excepciones, un trabajo de retoque y redimensiones que pocas veces, por desconocimiento de este trabajo, es reconocido o valorizado por los clientes.
Por lo tanto, contratar a un diseñador que permita aunar los tres conceptos que planteamos para un sitio web, es fundamental para el buen funcionamiento de los proyectos.


¿Pero cómo garantizar esto de antemano? ¿Cómo hacer caso omiso a los anuncios que nos ofrecen sitios webs por poco dinero?


Como lo adelantamos, los sitios web que cuestan poco, también cuestan poco para el que los hace quien, generalmente, no es diseñador o tiene pre-planteadas plantillas de diseño estándar que en nada se ajustan a lo que el cliente necesita para un proyecto. Conclusión: malos resultados.
Como en todo, nunca sabremos si obtendremos un trabajo que nos satisfaga; pero existen parámetros a tener en cuenta: en principio, lo fundamental es tener una primera entrevista con el diseñador y ver qué nos ofrece (diseño, edición de textos y/o plan de marketing) y luego plantear reuniones periódicas en donde se genere un ida y vuelta de dudas y propuestas pero, por sobre todas las cosas, donde el diseñador escuche y sea escuchado. Lo importante, como en todo sitio web, es poder comunicar.


Para ganar en un proyecto es preciso tener una buena estructura web que sea valiosa para la empresa: que nos permita comunicar lo que queremos a nuestros clientes, hacernos conocidos y captar nuevos clientes, interactuar con otras empresas y que, por sobre todas las cosas, nos represente.
Sabemos que para lograr esto el diseñador trabajará durante horas en un proyecto pensado específicamente para la empresa, que sale, que cuesta y que vale tanto como el proyecto porque es parte de nuestra propia plataforma de comunicación.